Fic 'La Fundación', Capitulo 2 por V-Team

Este es nuestro nuevo Fic novedoso que se publicara 2 días por semana (Lun y Jue), 

quedando organizados así los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina,        
                      Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim

MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina     
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim

                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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Fic La Fundación Capitulo 2

por V Team

Imágenes: Elena

Al parecer sí era lo que temía, empezaba a arrepentirme de tomar el trabajo. El miedo de perder mi libertad y no volver a mi hija se apoderó de mí.

 El atractivo sueldo y las posibilidades de seguir buscando a mi niña me cegaron. Ahora sólo había incertidumbre. 

-Disculpa por hacerte esperar –dijo una mujer atrás de mí, haciéndome dar un susto –mi nombre es Berta. Trabajo aquí para la fundación. Sé bienvenida. 

-Gracias. Pero quisiera ver a mi jefe inmediato, o alguien que me explique para qué fui contratada. 

-Eso lo hace el dueño de la fundación, él generalmente recibe a los nuevos empleados pero tuvo un contratiempo, de hecho te ruega lo disculpes.


 Él es quien siempre les explica sus labores y el propósito de la fundación. Así que te pediré que tengáis un poco de paciencia –asentí. 

Las palabras de la guapa mujer intentaban tranquilizarme pero su acento ibérico no hacía más que gritarme que al dueño del harem le gustaban mujeres de todo el mundo. 

-Acompáñame, te presentaré a las demás integrantes. 

Bajamos por unas angostas escaleras hasta un jardín y después seguimos por una vereda hasta la playa donde estaba el 'harem'. 

-Chicas ella es… 

-Lo sabemos –dijo una y todas dejaron su sitio de descanso para acercarse a mí curiosas. 

-Pero su nombre es muy largo –dijo otra chica. 

-A él le gustan cortos –dijo otra y empecé a sentirme apenada, jamás me gustó ser el centro de atención. 

-¿por qué no la llamamos Venus como el planeta? –luego empezaron a soltar diminutivos y sobrenombres. 

-¿Por qué no simplemente “V”? 

Todas parecieron encantadas y comenzaron a llamarme así. Ellas fueron diciéndome su nombre o más bien su sobrenombre una a una. Algunos sólo eran diminutivos de sus nombres reales. Tuve sensaciones extrañas y contradictorias de comodidad y preocupación. 

Berta me llevó de regreso a la casa para conocer mi habitación.

 En el camino pude admirar la hermosa residencia, parecía haber sido un pequeño hotel, lo que antes era la recepción era ahora una barra de bar, la estancia era muy espaciosa y en un rincón descansaba un hermoso piano de cola blanco que hacía juego con los muebles, la decoración era completamente minimalista.

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 Llegando a la habitación Berta me dijo que ahí tendría todo lo que necesitaba y me dejó sola. Era una habitación hermosa, hasta tenía una pequeña terraza con vista al mar. El vestidor estaba lleno de linda ropa de mi talla, y zapatos para toda ocasión y hasta en el escritorio había libros de mi interés, sentí un escalofrío al pensar hasta qué grado me habían investigado. Me tiré en la cama donde pasé el resto del día, lloré mucho, me sentí sumamente vulnerable, ya no había marcha atrás, sólo Dios sabía el paradero de mi hija y lo que me deparaba el destino. Tome una almohada para gritar y liberar el desgarrador dolor que mi alma sentía. Me abracé a la almohada intentando aferrarme a una esperanza. Alguien tocó la puerta para informarme que la cena estaba lista. Le contesté que bajaría en un momento mientras me limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano. 

Me cambié de ropa y bajé al comedor con el resto de las chicas, todas eran guapas y divertidas. Parecían felices, el ambiente me serenó y me hizo olvidar mis sospechas. Las conversaciones incluían todos los temas y de vez en cuando me hacían preguntas directas para conocer mi opinión. Cuando terminamos de cenar algunas chicas se retiraron y me quedé sola con Maca y Vero. No resistí más y les pregunté directamente. 

-Quisiera saber si… no sé cómo preguntar. Está bien, aquí va: ¿es esto un harem? –me sentí tonta al formular la pregunta, ellas me miraron desconcertadas.

-No –dijo Vero. 

-Si –dijo Maca casi al mismo tiempo y soltó una carcajada espontánea.

 Vero la miró con desaprobación –Bueno tenemos cosas en común con uno. 

-Maca, sabes que no podemos decir nada –la tomó del brazo y se la llevó –él te lo dirá. Buenas noches –dijo antes de dejar la habitación y se fueron dejándome sola. 

No podía dormir, ¿qué era esto? No es un harem, pero se parece, o ¿qué había querido decir Maca? La escena se recreaba en mi mente una y otra vez. 

Escuché un alboroto desde la planta baja de la casa, pensé que sucedía algo y me levanté de la cama como resorte, miré el reloj, era más de media noche, luego escuché más pasos en el pasillo y gritos. Abrí la puerta de mi dormitorio curiosa. 

-¡Es él! ¡es él! –gritaban. 

-Es Rob, ha llegado. 

Rob, así que ese era el nombre del dueño de la fundación. La emoción que inundaba la casa con su llegada me hizo pensar que al menos no era un sádico o un pervertido, a menos que estas chicas fueran masoquistas. Salí al pasillo y me asomé a la ventana que daba al frente de la casa.

 Vi estacionarse una camioneta blanca, me quedé mirando esperando que apareciera el famoso Rob, imaginé un hombre maduro y hasta pasado de peso, alguien tal vez bonachón.

El mismo chofer que me había traído apareció abriendo la puerta del copiloto y ayudó a bajar a una mujer, era la agente que vi en el restaurante, unos segundos después la puerta trasera se abrió, el chofer se movió y me impedía ver quién había bajado, después vi un hombre de espaldas, era alto y delgado, traía puestos unos jeans, camiseta blanca, y gorra de beisbol, ayudaba a otra mujer a bajar de la camioneta.

 ¡Wow! Pensé, era hermosa igual que todas las demás pero había algo que la hacía especial, como si irradiara dulzura. Luego de cerrar la portezuela el hombre se giró, la gorra le tapaba la cara, rodeó por la cintura a la chica y la otra agente lo tomó del brazo. Dieron un par de pasos y el alzó el rostro mirando directo hacía mí. 

-¡Carajo! –dije alejándome de la ventana bruscamente y cayendo de espaldas –Dios mío no puede ser –dije casi para mis adentros. 

Mi corazón latía a mil por hora, me quedé helada sobre el suelo, mi cuerpo no respondía y cada músculo de mi cara estaba paralizado. Dios mío, era Robert Pattinson en persona, y era más jodidamente guapo de lo que imaginé, los años le habían sentado de maravilla, si la memoria no me fallaba debía estar cerca de los treinta. 

Esto tenía que ser una pesadilla o mejor dicho un hermoso sueño, ¡estaba en la misma casa que Robert Pattinson! Había estado loca por él años atrás luego de que se hiciera famoso con su personaje de Edward Cullen, veía todas sus películas y seguía su vida a detalle por internet, él era parte de mi vida hasta que me hundí en la tristeza y guardé su presencia en un pequeño cajón de mi mente. 

Me arrastré hacia atrás unos centímetros con mis palmas sobre el piso, logré incorporarme y me encerré en mi habitación. Me quedé sentada en el suelo junto a la cama, sin saber qué hacer y sin dejar de preguntarme ¿qué era todo esto? “Dios es Robert Pattinson”, seguía diciendo mi mente. En cualquier momento pediría verme y de toda la ropa bonita que había en el vestidor yo había elegido cualquier cosa. ¿Cómo fue que vine a parar aquí? ¿Por qué yo?

...CONTINUARA...