FanFIC no.94 'Septiembre. Rob'

Somos un Blog ROBsessed, donde solo deseamos seguir contando la versión de Irina en la historia Robsten como lo veníamos haciendo anteriormente. Este FanFic es parte medular de este Blog ROBERT PATTINSON EN ESPAÑOL, razón por la cual  suplicamos RESPETO al comentar los relatos. Si No os sentís preparados para leerlos No lo hagáis, eso no va a ofender a Irina. Pero rogamos evitéis críticas destructivas que si pueden molestar mucho y crear mal ambiente en el Blog.

Asi quedarán organizados los FICs en este blog:

LUNES:  FanFic Robsten de Irina
                     Fic la Fundación de VTeam ***NUEVO***
MARTES:  Fic 'El fin del Mundo' de Xim
MIÉRCOLES:  FanFic Robsten de Irina 
JUEVES: Fic 'El fin del Mundo' de Xim
                   Fic la Fundación de VTeam  ***NUEVO***
VIERNES: Fic '50 Sueños de Verano' de Irina

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FanFIC no. 94

"SEPTIEMBRE. ROB"
Imágenes: Elena

Kristen me llamó desde Villa la Angostura. Se alojaba en el hotel Las Balsas, en plena Patagonia Argentina, a donde había llegado tras rodar en Nueva Orleans. 

 

Yo acababa de estar en la presentación del nuevo disco de Marcus, el 18 de septiembre, e iba a pasar casi un par de semanas en Londres antes de regresar a L. A.

- ¡Puf! Me gustaría poder ir a algún lugar donde no me conozca nadie para variar – dijo Kristen.

- ¿En Argentina también? – pregunté.

- Sí, la cosa se puso fea en el aeropuerto y he decidido no salir del hotel.

- Te noto la voz ronca, preciosa.

- Hace mucho frío. Aquí es invierno y he agarrado un buen resfriado, así que no he salido desde que llegué. Pero el lugar es muy bonito. El hotel es todo de madera, al fondo se ve toda la cordillera nevada y estoy frente a un lago… Te gustaría.

Lo dijo con un deje de tristeza y opté por bromear para no hacer las cosas más difíciles.

- Es increíble, hasta en la Patagonia somos famosos. Estoy pensando que podríamos irnos a Cuba o a China.

- Seguro que allí también nos conocen, Rob – suspiró. Sonaba cansada -. ¿Qué tal por Londres?

- Bien, llueve. ¿Estás bien, seguro? 

Su voz me sonó algo apagada aunque después me di cuenta que allí era casi la medianoche. 

- Sí, estoy cansada y… – tardó un poco en contestar -. Bueno, en realidad no es cansancio pero me siento extraña. Ya sabes, cuando se acaba una película te quedas como un poco... depre. 

- Bueno, yo no. A mí no me pasa eso. Pero, te comprendo, amor. Necesitas tiempo para desconectar de un papel a otro.

- Eso es. Termino 'On The Road' y enseguida tengo que volver a ser Bella. Acabamos el 27 y el 15 de octubre ya tenemos que estar en Baton Rouge para la preproducción de Amanecer. Con lo que me costó entender a Mary Lou…

- Ya, no es fácil – dije. 

Ambos somos actores y nos comprendemos y es cierto, no es fácil esa transición entre un personaje y otro, o entre tu vida diaria y los rodajes. Hay gente que cuando rueda es su personaje las 24 horas del día, yo no. Ni siquiera sé muy bien cuál es el mecanismo mental que utilizo para meterme en la piel del personaje solo sé que desconecto de mi vida y luego vuelvo a conectar casi siempre con facilidad. Es como un click en mi cabeza. Pero para Kristen supongo que esa inmersión es más complicada.

- Es que… llevo 3 años sin parar y… necesitaría un respiro. Empiezo a sentirme agotada – suspiró -. Pero tampoco quiero dejar papeles de lado porque ya sabes cómo es esto, nunca se sabe.

- Sí, yo no tengo nada a la vista y estoy empezando a ponerme nervioso. A este paso el año que viene me quedaré sin rodar.

- Tenemos La Saga hasta marzo o abril.

- Sí, ¿pero después? – suspiré -.Tal vez se me acabó la suerte, preciosa.

- Te saldrá algo. Ten fe.

- Pero quiero algo decente. Tengo en mi mochila cuatro guiones infumables. Los empecé pero me da pereza hasta leerlos. Comedias románticas, dramas románticos… Todo romántico. ¡Yo no quiero hacer eso! Pero no me ofrecen otra cosa últimamente. El último guión bueno fue el de Cronenberg pero ya le habrán dado el papel a otro a estas alturas – resoplé.

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- No te agobies, Rob. Tú vales mucho – me dijo con dulzura.

- He hecho varias audiciones y nada. Soy el chico de Crepúsculo. ¡Joder!

- Tienes que tener paciencia, cariño.

- Lo sé pero… estoy empezando a desesperarme – dije con sinceridad.

Con ella siempre he podido sincerarme. No me hace falta hacerme el duro delante de Kristen. Ella me entiende perfectamente. Sabe lo difícil que es este mundo. Y era cierto, estaba comenzando a angustiarme porque no tenía nada a la vista. Nos quedaba por rodar Amanecer, con sus dos estrenos hasta el 2012 pero después desaparecería para siempre esa especie de seguridad que representaba la Saga y eso me quitaba el sueño. Eso y el miedo a haberme encasillado con el papel de Edward. A terminar como Mark Hamill, el de La Guerra de las Galaxias. Era mi mayor pesadilla, acabar firmando autógrafos en convenciones de Crepúsculo hasta los 60 años.

- Cambiando de tema ¿Sigues sin afeitarte? – preguntó intentando animarme.

En ese momento me sentí un jodido quejica. Se suponía que era yo el que tenía que animarla a ella así que cambié mi tono de voz por otro más alegre.

- Sí, estoy cómodo así. Cuando vuelva a L. A. me afeitas tú – sonreí.

- De acuerdo – rió -. ¿Qué has hecho hoy?

- Me estoy dedicando a recoger mis cosas para llevármelas a L. A. Llevo varios días rescatando cosas de mi cuarto. Mis padres quieren convertirlo en habitación de invitados. Son crueles – bromeé.

- ¿Y qué vas a hacer con ellas? Dentro de poco nos vamos a Baton Rouge y luego a Vancouver y deberemos dejar la casa que alquilamos en junio.

- Lo sé. He pensado que en Baton Rouge mejor nos alojamos en una casa que en un hotel.

- Sí, yo también lo prefiero. Aunque me da pena dejar la casa de Bel Air, es nuestra primera casa – dijo con tristeza.

- Sí hemos disfrutado poco esa casa, es una pena, me gustaba.

- A mí también, mucho – susurró.

- Fue breve pero intenso, amor – sonreí recordando como habíamos hecho el amor por toda esa casa.

- Aun podemos estar un par de semanas. Y ya buscaremos otra cuando regresemos en primavera – dijo con voz más animada -. ¿Tienes muchas cosas que llevarte?

- Son casi todo películas antiguas, libros y vinilos.

- Puedo guardarte algo en casa de mi madre. Tiene sitio ahora que vive sola.

- No te preocupes. He pensado mandarlo todo por avión a L. A. y alquilar una trastero – de pronto recordé algo que quería contarle a Kristen -. ¿Sabes algo gracioso? Me acaban de adjudicar un hijo secreto. Tom dice que eso es entrar en la categoría de estrella de primera. 

- ¡No me jodas!- exclamó Kristen.

- Cualquier día me pedirán una prueba de paternidad – reí.

- No te rías, no tiene ni pizca de gracia – dijo enojada.

- No me río, amor. Solo me lo tomo lo mejor que puedo. ¿Qué quieres que haga? – susurré con ternura.

- ¡Uf! Lo sé Rob, tienes razón pero es desesperante – murmuró.

- Es que mi madre me ha venido con el bulo ese toda preocupada. Se lo había contado una vecina que lo ha leído en 'The Sun'.

- ¡Por dios! – exclamó.

- A ti te embarazan y a mí me buscan hijos secretos – dije con resignación.

- ¿Pero no se cansan de inventar mierda sobre nosotros? ¿Es que no hay otra gente con la que vender periódicos y revistas? ¿Será siempre así?

- No lo sé, amor. Espero que con el tiempo… Sobre todo por el bien de la vecina de mi madre, que se cree todo lo que lee – reí.

- Tu pobre madre… joder. Con lo discreta que es tu familia.

- Ya está acostumbrada a estas alturas. Antes me llamaba cada vez que se enteraba de alguna barbaridad, ¿te acuerdas?

- Sí, en pleno rodaje – rió y le entró un ataque de tos.

- Eh, ese catarro suena mal, preciosa.

- Solo necesito descansar más. No te preocupes – dijo carraspeando.

- Pues te dejo dormir – susurré con dulzura -. Sé que para ti es tarde ya.

- Sí es más de media noche – suspiró -. Hace una noche preciosa, Rob. Fría pero muy hermosa. Ojala pudieras verla.

- Ojala. Cuídate, amor. Y ya lo sabes.

- Sí, yo también te quiero.

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Pasé unos días muy tranquilos en casa y me despedí definitivamente de mi cuarto, para siempre. Jamás volvería a dormir en esa cama, ni me taparía con mi viejo edredón, ni vería la calle desde mi ventana. La última noche me costó dormirme y solo lo logré tras charlar un rato con Kristen. Al día siguiente me levanté temprano y bajé enseguida al oler a bacon y pan tostado. Entré en la cocina siguiendo el delicioso aroma y me encontré a mi madre preparando el desayuno junto a mi padre. 

Se respiraba un ambiente extraño, o era yo el que me sentía extraño. No era como cuando me fui a vivir de alquiler al Soho. Por aquel entonces lavaba la ropa en casa y estaba allí todas las semanas. Esta vez era diferente y definitivo. Me sentía melancólico de pronto.

- Hoy parece domingo - dije nada más entrar en la cocina.

- Hola hijo – dijo mi madre dándome un beso de buenos días.

Ese olor y la sensación de haber vivido lo mismo muchas veces me recordó a cuando era niño y me sentaba a la mesa con mis hermanas, esperando los huevos escalfados que hacía mi madre y las tostadas que preparaba mi padre todos los fines de semana, aguardando para comérmelos con las manos y chuparme los dedos después.

- ¿Has dormido bien? – preguntó mi padre.

- Sí, bueno me ha costado conciliar el sueño pero sí. Me siento genial esta mañana, dije desperezándome.

- Me ha parecido oírte hablar por teléfono muy tarde – dijo mi padre.

- Sí, hablaba con Kristen.

- ¿Qué tal está? – preguntó mi padre.

- Bien pero algo resfriada.

- Te he preparado huevos escalfados, Rob.

- ¡Gracias mamá! Me encantan – exclamé sintiendo como me crujían las tripas de hambre.

- Luego vendrán tus hermanas a comer – añadió.

- ¿Comeremos todos juntos? ¿Qué celebramos? – pregunté.

- Que te has hecho adulto hijo. ¿Te parece poco?

Mi madre miró a mi padre con ternura y luego a mí y me di cuenta de que se estaba aguantando las ganas de llorar.

- ¡Eh, no os pongáis tristes!

- No, no, al contrario estamos felices por ti, hijo pero Los Angeles está tan lejos… - dijo mi madre

- Podéis venir cuando queráis y volveré varias veces al año. Os lo he prometido.

Miré a mis padres que juntos se afanaban en prepararme el mejor desayuno posible y no pude evitar que me pudiese la nostalgia. Un nudo en la garganta me impedía hablar e inmediatamente me acerqué a darles un fuerte abrazo a ambos.

- Gracias. En ningún hotel de lujo me servirán jamás un desayuno como este.

Era cierto. Iba a echar mucho de menos los desayunos de casa. A mis padres, que tanto se habían empeñado en hacer de mí un hombre de provecho.

A mis hermanas y aquellas tardes frente al televisor cuando me hacían ver con ellas Titanic y yo me dejaba llevar y daba rienda suelta al romántico que hay en mí y que pretendo que no tengo. Me quedé plantado allí, en medio de la cocina sin saber qué decir. 

- Anda siéntate que se queda frío – dijo mi madre aguantándose una lágrima.

Mi padre la abrazó, le dio un beso en la mejilla. Sonreí y supe que estarían bien los dos juntos.

...CONTINUARA...